Puede parecer un tanto heterodoxo que me refiera al maíz en mi colaboración, donde abordo usualmente otros temas. Sin embargo, tiene tan hondas raíces esa gramínea en nuestra cultura, que por lo mismo se extiende a los más diferentes órdenes de nuestra sociedad. Y habría que decir que el 29 de septiembre se ha instituido el Día del Maíz, motivo por el cual me pareció también pertinente recordarlo en toda su dimensión.
Si nos referimos a la cultura, bien sabemos que es un eje de nuestra identidad que parte desde el México Prehispánico, donde el maíz no sólo era un alimento sino una deidad que incidía en la vida misma, en la religión, la literatura, las danzas o los cánticos.
Si hablamos de economía, era y ha sido un fundamento del comercio y del desarrollo comunitario, sobre todo en el pasado entre las más diversas etnias de Mesoamérica. Y hoy, entre México y el mundo, al que se lo hemos heredado.
Qué decir de la agricultura y hasta de la gastronomía que justo ha sustentado la supervivencia como un producto básico, además de degustarlo gracias a la imaginación en la cocina. Siguen en nuestros días manteniendo su sitial de privilegio y representa una gran importancia en los mas distintos rubros.
No obstante, hoy también existe un gran debate sobre su futuro, en términos agro-biológicos, por las alternativas transgénicas bajo el supuesto de la modernidad y su resistencia a las plagas, que no deja de ser un sofisma y de ninguna manera debemos permitirlo, pues sería acabar con la rica y maravillosa variedad que de maíz existe en nuestra tierra que le dio origen.
En algunos de mis libros publicados como “Los Tacos de México,” la tortilla es un elemento indispensable, y en otro libro que se refiere específicamente al maíz, rindo tributo a esa gramínea milagrosa, que según el Popol Vuh nos heredaron los dioses y el que ha sido declarado por la UNESCO, como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Razones y argumentos, tanto en el plano cultural, económico y social, nos obligan a preservarlo en su condición original y mantenerlo como uno de los grandes ejes que nos caracterizan ante el mundo, pues porque como bien se ha dicho “Sin maíz, no hay país.”