(1907 – 1954) Sin lugar a dudas Frida Khalo representa una de las mujeres mas enigmáticas e inquietantes en los anales de la cultura en México, sus obras que alcanzan un reconocimiento internacional y su fuerte personalidad la han hecho traspasar el tiempo y el espacio, dejado al descubierto una historia apasionante, vibrante y llena de tragedia.
Asi me refiero hoy a Frida, como la joven rebelde, con ideas revolucionarias, la mujer rota por la enfermedad, la madre inconclusa, la amante inocua, la esposa traicionada y la ferviente portadora y exponente de las tradiciones y la cultura mexicana, de todo lo cual, crece y emerge de Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderon, la Frida Khalo que todos conocemos.
Para hablar de ella es necesario hablar de sus amores y comienzo por describir el profundo cariño que profesaba a su padre, un fotógrafo liberal de descendencia alemana llamado Carl Wilhelm Khalo, cuyas obras importantes fueron plasmar en imágenes, para el gobierno de la República, una radiográfica histórica y documental de principios de siglo XX, de la arquitectura de México, y a quien Frida amaba profundamente.
De sus relaciones sentimentales, hablar de Frida es hablar de Diego Rivera a quien ella apodara “el sapo-rana”, famoso muralista mexicano de extrema izquierda y a quien conoce cuando ella contaba con 16 años, en la escuela Nacional Preparatoria, y con quien años mas tarde contraería nupcias en dos ocasiones, entablando un dramático y profundo romance, repleto de infidelidades por amos lados.
De sus amantes, se mencionan algunos pasajeros y otros mas profundos. En la lista se incluye su amor de preparatoria Alejandro Gómez Arias; un renombrado cirujano de San Francisco llamado Leo Eloesser; Leon Trosky, quien fuera protagonista de la revolución bolchevique en Rusia y exiliado por el gobierno de Stalin en 1929; La cantante Chavela Vargas; Jaqueline Lamba, esposa de André Bretón, líder francés del movimiento surrealista; Heinz Berggruen, amigo de Diego Rivera y con quien Frida huyera a Nueva York para vivir un mes al lado de el y después regresar nuevamente con Diego; Nicolau Muray, fotógrafo de quien se dice sostuvo una relación intermitente por 10 años; Istmo Noguchi, escultor californiano quién fuera descrito como un “Don Juan”; Jose Bartolí pintor y dibujante, originario de España quien escapó de un campo de concentración en Dachau; y se rumora de Tina Modotti, fotógrafa italo-estadounidense.
De su pasión por la escritura resurgen muchos poemas plasmados en sus cuadros y otros más rescatados de sus diarios y cartas dirigidas a amantes y amigos, pero particularmente dirigidos a Diego Rivera.
“Diego: Recuerda que siempre te amaré aunque no estes a mi lado Yo en mi soledad te digo amar no es pecado a Dios. Amor aún te digo si quieres regresa, que siempre te estaré esperando. Tu ausencia me mata, haces de tu recuerdo una virtud. Tu eres el Dios inexistente cada que tu imagen se me revela. Le pregunto a mi corazón porque tú y no algún otro. Suyo del alma mía”.
Otro como: “Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar”
Y el último poema encontrado en su diario escrito antes de morir: “Espero que la salida sea feliz y nunca mas regresar”.
De su amor por la vida se descubre que ante sus adversidades contraídas por la polio que sufrió a los 6 años de edad, el grave accidente en tranvía que la paralizo por largos periodos de tiempo desde los 18 años y la obligo a usar un corsé por años; así como la amputación de su pierna a los 46 años, no lograron menguar su lucha interna, rescatar su esencia y reinventarse.
De su amor por la cultura mexicana resaltan sus atuendos, preferentemente los vestidos de Tehuana y los huipiles; coloridas vestimentas del estado de Oaxaca en las que destacaba sus convicciones políticas, su respeto por la mujer y su amor por México. Atuendos que hoy forman parte de exposiciones internacionales y a los que también se le atribuyen la manera en que ella solía disimular sus deficiencias físicas.
De su amor por el arte Frida incursionó en la pintura tras verse postrada en cama por su accidente, dejando atrás sus estudios de medicina. Pinto 143 cuadros de los cuales 55 son autorretratos. Todos con un simbolismo que la hace explorar sus fantasmas, deseos, amores y frustraciones para representarlos de una manera plausible y visual. Considerados por expertos como expresiones vanguardista, dentro de la corriente surrealista. Algunas de sus obras más aclamadas son “Las dos Fridas”, “Henry Ford Hospital”, “El abrazo de amor del Universo” y “La columna rota”, entre otros”.
De el amor por México, sobresalen su rescate de las artesanías, la celebración de festividades como el día de muertos, su gusto por el tequila y el tabaco, el amor por las flores y plantas, su colorido representado en su casa, ropa y cuadros y su amor por los animales entre los que se contaban monos, pájaros, venados y sus perros Xoloitzcuintles la acompañaron.
Los amores de Frida convergen para transformar todos sus lenguajes disímiles en un personaje auténtico, convirtiéndose no solo en un icono de la plasticidad, sino también en una portavoz de la cultura mexicana, pero sobretodo, en una mujer cuya lucha interna y fortaleza física y de carácter lograron romper los estereotipos de su tiempo y género, para descubrirse y SER, sin prejuicios, ataduras ni consideraciones.
Claudia Esponda