Hablar de rigidez o flexibilidad a veces nos parece que solo lo podemos hacer ante materiales de construcción que permiten levantar un muro, una casa, un edificio, o hasta un rascacielos. De igual manera podemos hablar de esto con respecto a nuestro cerebro, quien es capaz de crear un sin fin de posibilidades, para construir y adaptarse al medio.
Durante décadas se ha asociado esta capacidad de unir ideas y pensamientos de una manera ágil y rápida al coeficiente intelectual, sin embargo, hoy podemos decir que eso ha quedado atrás siendo solo un mito de nuestra historia. La realidad ha rebasado lo antes pensado. Esto es, hemos podido darnos cuenta que la inteligencia de una persona no es necesariamente un número establecido en una prueba estandarizada, sino que es multifactorial viéndose realmente impactada de manera positiva por la flexibilidad cognitiva.
Así como el material de construcción requiere de su rigidez y de su flexibilidad para coexistir en la obra, de igual manera necesitamos de esta inteligencia estática llamada coeficiente intelectual tanto como necesitamos de nuestra flexibilidad cognitiva para crear, construir y pintar nuestro mundo de colores y oportunidades.
La flexibilidad cognitiva es la habilidad que nos permite hacer cambios entre diferentes conceptos, y así adaptar el comportamiento para lograr metas en un entorno nuevo, en constante movimiento y cambio.
No es una fórmula mágica que nos acomoda para todos, y esa es su belleza; es esa capacidad de generar distintas respuestas e irlas adaptando a la necesidad o resolución de un problema. Esto es, la sincronía que se irá generando entre la cognición, la creatividad, y la motivación nos permite dejar de funcionar con base en nuestras funciones automáticas, y nos abre la puerta para moldear nuestra conducta dependiendo de nuestros objetivos y motivaciones individuales. Por lo que es tan importante aprender a aprender, y al aprender, ser flexible para modificar.
Si nos detenemos un momento a pensar en los grandes momentos y logros en la historia vamos a ver que la creatividad, la imaginación, la curiosidad y la empatía han estado directamente involucradas; dejando de ser un tema únicamente de inteligencia. Por ejemplo, artistas que han trascendido a través de sus obras nunca se preocuparon por si tenían o no una alto puntaje de CI, sino que se permitieron vivir a través de su creatividad para crear nuevas rutas en su entorno. Y vaya que lo lograron.
Lo que ha sucedido es que estos factores tan determinantes en el desarrollo de nuestra flexibilidad cognitiva son en su mayoría imposibles de medir, lo que había vuelto complicado para que la ciencia y la tecnología los reconocieran como llaves necesarias en la innovacion.
¿Cómo ves tú a tu cerebro? ¿Como esa pieza inquebrantable y rígida como un pedazo de concreto? ¿O, lo ves como esa figura de plastilina que se puede moldear una y otra vez hasta que se desee?
Yo sin duda prefiero pensar en ese pedazo amorfo de plastilina que se va acomodando al molde del momento y se transforma según la ocasión. Siempre he creído que la felicidad está también ligada a la flexibilidad que nosotros tengamos. ¿Cuándo has tenido un día en el que todo salga tal cual lo planeaste? Yo, hasta el día de hoy no lo he vivido. Generalmente planeamos nuestro día y poco a poco se va modificando minuto a minuto, y tenemos dos opciones ante esto, sufrir ante cada eventualidad o bien adaptarse con nuevas opciones y disfrutar el movimiento que es tan constante como la marea del propio mar.
El pensamiento flexible se puede entrenar y desarrollar para llegar a vivir con una capacidad para generar nuevas ideas, conectar entre ellas y así obtener nuevas creaciones, opciones y/o soluciones.
La pandemia ha sido un gran reto para todos, pero gracias a la flexibilidad que algunos mostraron lograron adaptarse a nuevas formas de aprender, de trabajar y de vivir las cuales han seguido cambiando tanto como la mutación del mismo virus. Sin embargo, para otros ha sido un desafío casi imposible de superar, ya que han vivido producto de un pensamiento rígido que les bloqueó las posibilidades, junto al hecho que al salirse de sus rutinas conocidas aumentaron sus niveles de inseguridad. Y otros ante la necesidad inminente que se vivió para adaptarse al cambio, han empezado a entrenar su flexibilidad del pensamiento, y así encontrar soluciones pragmáticas a sus problemas.
Y no se trata solo de hablar de la flexibilidad que nos permite adaptarnos a los cambios, sino a la capacidad de crear nuevas ideas al permitirnos generar pensamientos fuera de lo establecido anteriormente.
Esta flexibilidad cognoscitiva es de igual manera determinante en el desarrollo de la atención ejecutiva, ya que junto con el control para inhibir estímulos nos permite focalizarnos para aprender. Así que sí impacta nuestra calidad de vida en habilidades académicas, laborales y sociales.
En estudios recientes se ha observado que la creatividad y flexibilidad del pensamiento en los niños, les permite desarrollar una mejor capacidad de lectura y escritura con lo que mejora de manera sostenida su aprovechamiento escolar. También se asocia al desarrollo de la inteligencia emocional y social, ya que dicha flexibilidad tiene un fuerte vínculo con nuestra capacidad para comprender nuestras emociones, y nuestros pensamientos. La rigidez cognitiva, por el contrario se encuentra como un deterioro en la calidad de vida estando presente en varios trastornos de salud mental como el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno del espectro autista, y/o el trastorno de depresión, entre otros.
Existen estructuras cerebrales que se encargan de que esto suceda. La neuroanatomía de la flexibilidad cognitiva está dada en el Rostro Dorsal Prefrontal que se encuentra más activado cuando la persona tiene que hacer ese cambio de regla a flexible. Las zonas frontales son nuestros frenos y motores, están asociadas a la toma de decisiones y la resolución de problemas. Junto a las áreas parietales que se asocian a la recompensa y a la motivación.
Los estudios han demostrado los beneficios de entrenar la flexibilidad cognitiva, por ejemplo, en niños con autismo. Al recibir una rehabilitación dirigida al desarrollo de una cognición flexible se ven altamente beneficiadas las áreas de comunicación e interacción social en niños y adultos con autismo. De igual manera, el entrenamiento de ésta nos permite mayores niveles de resiliencia con lo que se producirá un bienestar en el futuro. Es importante que ahora después de lo que hemos vivido y experimentado en esta pandemia recordemos atesorar y continuar desarrollando la creatividad, la innovación y la interacción entre las nuevas ideas para construir una sociedad más próspera que facilite la resolución de los retos que tendremos que enfrentar. Y así, la escuela deberá recuperar esas áreas de creación y libertad del pensamiento para que los niños construyan a través de sí mismos, y logren potencializar sus habilidades a su máxima expresión.
El mundo actual nos pide que seamos flexibles para así innovar y encontrar soluciones a los problemas que enfrentamos como el calentamiento global, la pérdida de varios meses de educación escolar, el hambre y la necesidad de escuchar a las minorías. Todos y cada uno tenemos una palabra que quiere ser escuchada, escuchemos a otros, analicemos y creemos con esto nuevos puentes que unan nuestros caminos.
Juega con tu cerebro a manera de play doh, entrénalo una y otra vez hasta encontrar la aventura de cambiar y adaptarse, una y otra vez, y asi encontrar una y mil soluciones ante lo que haya que enfrentar.