Cuando hablamos de marketing, nuestra mente nos lleva en automático a productos y servicios, la identificamos específicamente como un proceso comercial. Olvidamos que nosotros mismos somos un producto que se presenta y se posiciona ante el mundo de una forma única.
Al menos, así debería ser. Sin embargo, a veces contamos con fortalezas que no hemos sabido explotar y ¿qué pasa?, el mundo no nos percibe como realmente quisiéramos, por nuestra cabeza puede pasar el hecho de que no somos lo suficientemente buenos como para llamar la atención, cuando muy probablemente lo seamos y no lo hemos sabido proyectar. Ahí radica la importancia de hacer un marketing personal, sea para introducirnos al mundo de los negocios o para simplemente proyectar lo que somos, necesitamos tomarnos un respiro, pensar y ponernos a definir nuestra estrategia de marketing personal.
¿Qué marca serías y por qué?
Si fueras una marca… ¿Cuál serías? Esta es una pregunta que personalmente me encanta hacer, quizás por formación profesional o tal vez por simple curiosidad. Y no me refiero a qué marca te gusta -de esas pudiera haber muchas-, sino aquella que te representa, que va de la mano con tus valores, acciones y sentimientos más profundos. Aquella que provoca una profunda empatía hacia tu persona porque es como tú.
Inténtalo, es un ejercicio de proyección increíble que me lleva a una segunda pregunta: ¿Cómo quieres que te perciba el mundo? Acuérdate que la percepción se convierte en realidad.
Yo vivo en el mundo de la comunicación de las marcas y todos los días hago branding para mis clientes. Pero, aquí entre nos, en un terreno más personal, te diría que hacer branding comienza desde uno mismo, es tener una visión y ser lo suficientemente estratégico para caminar hacia ella.
¿Por dónde comenzar?
Analiza los detalles que estratégicamente vas a “vender”, conoce el mercado en el que te vas a desenvolver, llevado a un extremo laboral, hasta te diría haz un análisis de la competencia. Dentro de este proceso de pensamiento, identifica tu propuesta de valor, eso que le ofreces al mundo, y cuáles serán los aspectos que estarás considerando para medir la efectividad de tu plan. No tan fácil, pero tremendamente efectivo cuando lo implementas. Este plan de marketing no es estático, debe ajustarse en una base permanente, basándote en los hallazgos de tus propias métricas, en qué está funcionando y qué no.
La estrategia de comunicación
Al igual que una marca comercial, tú debes tener muy clara tu estrategia, es una buena práctica incluso escribirla, tener muy claro hacia quiénes o cómo te vas a dirigir y lo que quieres comunicar. ¿A quién le estás hablando? ¿Cuál es la idea que quieres comunicar? ¿En qué razonamientos de apoyo basas esa idea fundamental? ¿Cuál es tu visión? ¿Hacia dónde te quieres dirigir? ¿Cómo te vislumbras a uno, cinco y diez años? ¿Cuál es tu plan de vida y carrera? ¿Qué acciones debes tomar para llegar a esos objetivos?
¿Un FODA personal?
Un análisis tremendamente efectivo si lo haces con honestidad, tendrás que encontrar qué es lo que marcha bien y lo que no tanto. Pregúntate hacia dónde quieres ir, cómo hacer para llegar ahí y que puede cruzarse en este camino. Dicho así suena absolutamente sencillo, pero requiere de un proceso de pensamiento profundo, para ello te comparto una herramienta muy utilizada en mercadotecnia que te puede resultar de utilidad: FODA (fortalezas, debilidades, oportunidades, amenazas) o SWOT como se le conoce en inglés.
Haz tu propio análisis, pero ante todo mantén la objetividad, aquí tú eres tu propio juez y debes ser implacable ya que, en general, tendemos a ser complacientes con nosotros mismos. No debería ser el caso especialmente cuando pensamos en nuestras debilidades ya que nos cuesta trabajo definirlas. Recuerda, de ellas puedes anclarte y resurgir al momento en que las has dominado.
Imagen, voz y proxemia
Una vez teniendo claro lo que buscas estratégicamente, entonces enfoca tus esfuerzos en aquello que comunicas al mundo. Recuerda siempre que la primera impresión es lo que cuenta. Por más que te propongas que el mundo te perciba de cierta forma, esto no se da por casualidad o porque internamente lo tengas asumido, tienes que buscar aquellos elementos que te identifiquen como la persona que buscas ser. Considera todos los temas de personalidad, pero no te olvides que la imagen personal se traduce en una importantísima carta de presentación ante los demás. La imagen que proyectas debe estar alineada con esa visión y objetivos, necesitas establecer congruencia con lo del exterior.
Haz uso de la proxemia, maneja el espacio físico en el que te encuentras, desde si entras con seguridad o no, el lugar donde te ubicas y cómo te acercas a las personas… todo se convierte en un claro mensaje de cómo percibimos nuestro rol y cómo lo relacionamos con el de otros en una u otra situación.
Cómo hablas y como te expresas tiene que ver también con tu propio posicionamiento, si quieres ser percibido como una persona formal, tienes que hablar en cierta forma, si quieres que te vean como más creativo y menos estructurado, tu lenguaje y forma de expresar cambia. Recuerda que todo comunica, lo que decimos desde luego es importante, pero comparado con lo que comunicas con el lenguaje paralelo puede hacer la gran diferencia: la manera en que lo decimos, el todo que le damos a esas palabras, entonación y modulación, la intención que les damos hacen que un mensaje cambie por completo aunque estemos diciendo exactamente las mismas palabras. La emociones hacen la diferencia y tenemos que estar ciertos de que las estamos comunicando adecuadamente.
Y además tendrás que cuidar el que estés pronunciando las palabras correctamente, que tu voz no se vea estudiada, no hablar ni muy lento ni muy rápido. Recordemos que en teoría de la comunicación se habla de que lograr que el receptor comprenda el mensaje es responsabilidad del emisor.
La honestidad y la verdad
La honestidad es un valor que nos permite vivir en la verdad. Potencializa lo que tienes para hacer tu propio marketing, no crees un personaje de ficción porque no puedes actuar toda la vida, tarde o temprano aflora tu personalidad y es con ella con la cual debes aprender a trabajar. A veces utilizamos estas dos palabras como sinónimos, aunque sus significados sean diferentes:
La verdad se refiere a la realidad absoluta de los hechos.
La honestidad consiste en esta valiosa cualidad de ser sincero y poder presentarse de manera precisa y convincente.
Ambas trabajan de la mano, puedes tener la verdad en las manos, pero si no la comunicas de una forma honesta y convincente, nadie la creerá.
La congruencia es la clave.
Ser congruente significa ser fiel a uno mismo, a nuestros principios y esencia, así como tener la capacidad de mantener una relación lógica y coherente entre lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos. Mantente en el camino que fijaste, no puedes ser hoy una persona y mañana otra, por ello es muy necesario entenderte, saber lo que quieres, lo que buscas y cómo esperas que el mundo lo entienda, de esa forma lograrás esa identificación propia en la que estás trabajando.
No copies, si bien todos tenemos modelos a seguir, recuerda que somos únicos y e irrepetibles, podemos aspirar a ser como tal o cual persona, pero si los imitamos al 100% y dejamos de lado nuestra esencia personal, estaremos cometiendo el más grande de los errores, ya que entramos en un personaje, y, créeme, actuar toda la vida es imposible.
Vence tus miedos
Se dice fácil, no lo es tanto, pero tenemos que hacerlo si queremos llegar lejos porque es lo que puede marcar la diferencia entre lograr nuestros objetivos o no, entre tener una vida limitada, en una zona de confort o en alcanzar los objetivos que nos hemos fijado y que realmente nos pueden llevar a la meta y a nuestra propia felicidad. Yo sé… no es fácil lograrlo. Pero ¿sabes? La única forma de vencerlos es afrontándolos. Exponiéndonos a esas situaciones que nos producen miedo de manera paulatina a manera de poder controlarlos.
El instinto ante el miedo es escapar, mejor encarar esto que nos asusta porque así dejará de hacerlo y, sobre todo, no nos quedaremos con el hecho de no haberlo intentado.
Salir y proyectarnos hacia el mundo siempre implica riesgo, habrá quién sea empático con nuestro propio posicionamiento, habrá quien no lo sea, esto forma parte de la vida y así lo debemos entender. Desde luego que buscamos ser percibidos de la mejor manera y agradar a la mayor parte posible de personas a nuestro alrededor, pero recuerda… “no somos monedita de oro” y habrá ambientes y personas con quienes por más que lo intentemos no vamos a tener conexión. En ese caso, retoma tu estrategia y mantente en ella, no por querer forzar ciertas situaciones, olvides quién eres y hacia dónde vas.
Deja huella
Cuando hacemos comunicación para las marcas, la publicidad tiene como objetivo final generar recordación de aquel producto o servicio para el cual trabajamos, lo mismo te digo, deja huella. En esta vida hay dos tipos de personas, las que pasan desapercibidas y aquellas que generan un impacto en los otros seres que se cruzan en su camino. Decía Bill Bernbach, gran publicista de la época de oro, que “Los verdaderos gigantes siempre han sido poetas, hombres que saltaron de los hechos al campo de la imaginación y las ideas”.
Trascender, dejar algo positivo en este mundo es algo que todos buscamos. Y no se trata de ser recordado una vez que morimos, se trata de dejar un impacto en todas aquellas personas que se cruzan en nuestra vida, en sembrar una semilla en cada ser que hará que nos recuerden por lo que somos.
Yo te diría para terminar, que en la historia siempre han existido hombres que al manifestarse con la audacia de sus ideas fueron llamados ¡locos! Pero esos locos llevaron al hombre a descubrir la rueda, lo hicieron volar y pusieron a un hombre sobre la luna.
¡Atrévete! ¡Piensa en ti como un producto, haz tu estrategia y llega tan lejos como te lo propongas!
Ahora ya no te pregunto qué marca serías… te pregunto ¿Qué marca quieres ser? La decisión y la estrategia son tuyas, de nadie más.