La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo. (Paulo Freire) 

Estas últimas semanas, empezaban nuestros días con el cuestionamiento de ¿Cómo lograr apoyar a cada niño con el aprendizaje a distancia?  ¿Cómo ayudar a los adultos a cargo, a hacer de este momento tan incierto, una oportunidad? Y henos aquí, un trío de especialistas que en esa búsqueda, ha llenado sus horas a construir redes de apoyo para educadores y padres que se han visto forzados a modificar sus roles. 

En este esfuerzo dedicando horas entre lecturas, aprendizajes, risas y más de una lágrima, logramos concluir que ahora más que nunca, debemos tener claro que la principal necesidad de cada niño y adolescente es y será, sentirse seguros dentro de un espacio de resguardo, construyendo espacios de aprendizaje con amor y paciencia, relaciones estrechas de aceptación, matizadas por la compasión y la comunicación. 

En esta nueva realidad (después de tantos días de aislamiento), sin contacto social, exento de las actividades regulares, llenos de temores, angustia, incertidumbre y duelos, en el que pareciera que las pérdidas van pisándose los talones; se logró el cierre de ciclos escolares, se realizaron graduaciones virtuales, fiestas infantiles con desfiles de coches, y por qué no, hasta reuniones familiares y de amigos en plataformas digitales. 

Reconocemos que los adultos terminaron emocionalmente agotados y aún sin saber cómo, hicieron posible lo imposible. Para la mayoría fue un primer encuentro con la tecnología que probablemente tenían calificada como nociva, cuando en realidad, por falta de conocimiento y experiencia en el área, desconocían las ventajas que ésta puede traer a nuestra vida y a la de nuestros hijos. Pero como todo, llegó el momento de adentrarse a este mundo, para conocer y explorar plataformas, programas y materiales en línea para auxiliar a nuestros hijos en la continuidad de su educación.

Así que, a pegar nuestras alas, hoy rotas o despostilladas de tantas caídas durante este recorrido en territorio nuevo y convertirnos en instructores de vuelo para nuestros hijos y/o alumnos. Pero para preparar la pista de despegue necesitamos comprender, ¿Cómo es que un niño aprende?… 

Con base en los avances dados en la neurociencia podemos afirmar que las personas encargadas de la educación tienen la posibilidad de cambiar tanto la estructura del cerebro como su composición química y actividad eléctrica, es decir, el educador es modificador del cerebro. Por lo que debemos ser conscientes de nuestros actos, ya que el impacto puede ser negativo y generar así la activación de neurotransmisores como el cortisol o la adrenalina, con actitudes ante las cuales los niños y/o adolescentes se sienten amenazados; o en un sentido positivo, con la liberación de serotonina, dopamina y endorfinas, con actitudes que generan tranquilidad y propician un aprendizaje significativo.  Cuando el educador tiene conocimiento de esta información, tiene más herramientas para aplicar en una mejor práctica educativa. (PANIAGUA, 2013)

Entendiendo que la función primordial de nuestro cerebro es protegernos para poder sobrevivir, mantenernos alejados del peligro y permitirnos establecer conexiones con otros; podemos entender que nuestra labor en esta nueva escuela a distancia será de alto impacto en la vida de los seres que se crucen en nuestro camino.  

La ciencia nos ha demostrado que un cerebro que tiene estas necesidades cubiertas es capaz de generar aprendizajes académicos. Contrariamente, sabemos que si un cerebro está en constante estado de estrés no tiene la posibilidad de adquirir los conocimientos que le parecen “innecesarios”.

Al saber esto, padres y maestros necesitamos darle prioridad a construir vínculos de seguridad emocional que serán la llave del aprendizaje. Ambientes creados por nosotros los adultos, donde se elimine el miedo y se genere una sensación de confianza y tranquilidad.

Para hacer esto posible, no podemos olvidar que el cerebro humano es social, se desarrolla a través de las relaciones que  establece; en primer lugar a través de la madre y el padre, posteriormente con otros adultos a cargo.  Ante esto, es imposible dejar de lado lo mucho que el cerebro de nuestros niños se ha tenido que adaptar a la falta de socialización, de deportes en equipo y de trabajo colaborativo con sus pares en la escuela. Por lo que se vuelve inminente el rol del adulto en este momento de sus vidas. 

No hay ni habrá aprendizaje sin emoción, desde ésta se inicia el proceso de aprendizaje. Ahí está la clave, nuestro gran poder como adultos. Desde la emoción que logremos generar en nuestros, niños podrán construirse aprendizajes significativos en su vida, los que podrán aplicar día a día, a diferencia de solo memorizar para lograr una buena calificación.   

Y la gran pregunta ¿Cómo poder hacerlo?

De manera innata se busca el significado o el sentido del mundo que nos rodea. El cerebro necesita que las cosas lleguen asociadas y con sentido para que sean aprendidas, o bien, darle el tiempo suficiente para que él mismo haga esas asociaciones. Esta búsqueda de significado debe ser aprovechada tanto por la persona que enseña, como por la que aprende. 

Con base en lo anterior podemos considerar ciertas estrategias que nos ayudarán a que nuestros esfuerzos se vean reflejados de forma positiva en el desarrollo de esta nueva escolaridad. Como adultos necesitamos hacer un esfuerzo extra para ofrecer a los niños los medios que necesitan para sentirse seguros en medio de tanto descontrol.

Compartimos con ustedes algunos tips que pueden favorecer al aprendizaje basado en los principios del cerebro.

Para un mejor aprovechamiento de las clases en línea:

  • Brindar seguridad y disminuir la ansiedad a través de espacios físicos adecuados para recibir sus clases y ofrecer rutinas que permitan a los niños anticipar las actividades. Diferenciar de las rutinas de fin de semana.
  • Despertar sin ruidos estridentes, con calma y tiempo suficiente para realizar sin prisa las actividades previas a conectarse a la clase. 
  • Realizar actividad física o de coordinación corporal para disminuir el estrés, de diez a quince minutos antes de comenzar la clase. (Juegos con las palmas de manos, botar una pelota, rodar en el piso, saltar la cuerda, etc.)
  • Entre una clase y otra, promover que realicen alguna actividad física o creativa que permita descansar el cerebro.

Para un mejor acompañamiento al realizar sus tareas:

  • Comprender y respetar el modo único de aprender de nuestro hijo. Permitir que estudie de la manera que le sea más adecuada, tomando en consideración sus propios tiempos y formas.
  • Apoyar con estrategias de organización de trabajo y distribución de tiempos dedicados a cada actividad.
  • Explicar y dar una guía de manera anticipada sobre cuáles son las expectativas del trabajo que se va a realizar. Valorar su esfuerzo y reconocer su trabajo.
  • Es recomendable que se den pausas de 30- 45 minutos para no saturar la capacidad de atención. Durante ésta, es muy importante descansar cambiando de actividad, una pausa física y mental es necesaria. (Juegos de cartas, dibujar, escuchar música, cocinar, bailar, etc.)
  • Fomentar el uso de analogías y conocimientos anteriores relacionados a la tarea, para facilitar que el cerebro incorpore los nuevos aprendizajes.
  • El aprendizaje debe ser atractivo para el niño, ayudémosle a desarrollar la curiosidad con respecto a lo que está estudiando.
  • Aprovechar el error como elemento natural y positivo para aprender, generar un nuevo conocimiento y desarrollar la aceptación de la imperfección.

Por una educación con sentido, despertemos nuestra intuición y hagamos de esto una oportunidad positiva, para así potenciar a cada uno de nuestros niños y jóvenes.

Con la colaboración especial de:

Belén Bordes.

Neurolingüista con especialización en Lenguaje y Cognición y Maestría en Educación y Educación Bilingüe. Actualmente cursa una especialidad en Neurociencias por la Universidad de Harvard. Ha desarrollado programas sobre Inteligencia Emocional para escuelas privadas y ofrece práctica privada. 

Marifer Calderón.

Neurolingüista con especialización en Lenguaje y Cognición. Participa en la planeación y desarrollo de talleres y programas enfocados en fortalecer las competencias parentales y educativas. Ofrece asesoraría, conferencias, cursos y talleres a los adultos responsables.

Sandra Karam.

Neurolingüista con especialización en Lenguaje y Cognición. Actualmente cursa la Maestría en Educación, Neurocognición y Aprendizaje. Ha participado como titular en la planificación, organización, ejecución y evaluación de programas de inclusión escolar para alumnos y personal educativo.

Información sobre cursos y talleres en: [email protected]

Referencias

Paniagua, M. (septiembre del 2013). NEURODIDÁCTICA: UNA NUEVA FORMA DE HACER EDUCACIÓN. Fides et Ratio, 6 (6). Rodríguez, N. (2016). Neuroeducación para padres. Ediciones B, S.A..