¿Cómo saber si realmente estamos en una relación sana?
Primero empecemos por intentar definir qué es una relación “sana”. Tristemente, es algo que la mayoría desconocemos ya que si partimos de la premisa que nuestras formas de relacionarnos en pareja, son un espejo bastante exacto de la relación que hubo o hay entre nuestros padres, todo lo que tenemos que hacer es observar ésta de forma honesta y objetiva para darnos cuenta que repetimos patrones o en su defecto, tememos caer en ellos.
Las relaciones “sanas”, antes que nada, necesitan ser una fuente de sanación para los que participan en ella. ¿Qué significa esto?
Todos cargamos miedos dentro de nosotros y en general, estos sentimientos se esconden en el inconsciente. Puede que por mucho tiempo no nos demos cuenta de que los tenemos, sin embargo, en el momento que nos abrimos a otra persona, en el momento que alguien despierta nuestro interés, estos miedos inconscientes empiezan a surgir.
Miedo a que si me abro la otra persona me lastimará, miedo a que si me muestro como soy, va a rechazarme, miedo a que si le permito que se acerque, va a invadirme y quizá incluso dependiendo de nuestra historia, miedo a la violencia o al abuso.
Estos miedos vienen de nuestra parte emocional, la que hoy conocemos como “niño interior”. Esa parte es una metáfora para describir un aspecto de todos nosotros que se quedó congelado en el tiempo: emociones, sentimientos, necesidades no satisfechas que es material que alimenta lo que conocemos como “heridas de la infancia” y que se activan cuando intentamos algo nuevo, como podría ser una nueva relación.
El problema no es tener estas heridas y que se activen, el problema verdadero es que nos perdemos cuando creemos que la otra persona es la encargada de sanar esas heridas, de llenar esos vacíos, de satisfacer nuestras necesidades. Esta es precisamente la creencia que necesitamos quitar, ya que sería literalmente “aventarle” a otro la responsabilidad de la propia “chamba”. Especialmente en el ámbito de las relaciones de pareja, usar al otro para llenar estos “agujeros emocionales” es crear relaciones de codependencia.
Necesitamos entender que precisamente por toda esa historia no resuelta, por esas cargas emocionales que todos traemos y llevamos es que necesitamos trabajar individualmente para hacernos RESPONSABLES de lo que es “mío”, de lo que es “suyo” y de lo que corresponde a ambos.
Un ejemplo de esto: Soy una persona con gran miedo al rechazo y por lo mismo me cuesta mucho trabajo poner límites a mi pareja. Me aterra la idea de que si lo hago, él me rechazará y se irá para siempre. Esta es mi parte infantil hablando. La parte adulta consciente se hace cargo del miedo primero reconociéndolo, aceptándolo en vez de poner la culpa en el otro, quizá pidiendo ayuda profesional terapéutica o buscando grupos de apoyo, etc. Una vez que entiendo mi parte puedo integrarla en mi experiencia y entonces si así lo deseo, hablar con mi pareja desde un espacio más consciente, NO para que él o ella lo resuelvan, sino para compartir lo que siento y esto me ayude a poner límites de una forma saludable.
Otro ejemplo muy común: Alguno de los dos es una persona muy celosa y cada vez que su pareja intenta salir sin él, la persona celosa se pone como “loca”, manipula, ataca y amenaza. Es necesario saber que los celos vienen de nuestra herida de abandono, misma que provoca una profunda sensación de que nos somos suficientes, de que nunca nos querrán de la forma en que lo necesitamos y que seguramente nos dejarán. Si estamos conscientes de esta herida podemos entonces darnos cuenta de que en realidad el problema de nuestras inseguridades y celos está en nosotros no en la otra persona y en vez de desgastarnos intentando cambiar la conducta del otro y centrar nuestra energía en controlarlo para que haga lo que queremos, podemos hacernos responsables de este miedo y buscar soluciones.
Una vez que trabajas contigo, que te aclaras por dentro, puedes voltear a ver realmente a otros y quitarles la carga de tus traumas y descubrir si es o no la persona con quien deseas estar.
Aunque en realidad no existen recetas de cocina para “hornear” una relación “perfecta” y tomando como base lo antes escrito, podemos mencionar algunos ingredientes que son de gran ayuda en la elaboración de un platillo tan complicado como es la relación de pareja:
- Relación de Sanación. Aprender a usar las relaciones como un espejo de tu propio mundo interno. Existe un fenómeno llamado “Proyección” en el cuál vemos afuera lo que no aceptamos de nosotros mismos. Si somos capaces de quitar nuestra atención obsesiva de lo que el otro hace y ponerla de manera amorosa y sin juicios en nosotros mismos, aprenderemos mucho de ese mundo interior personal, lo cual puede llevarnos a una verdadera y profunda sanación personal.
- Hacerte responsable de tu propio bienestar. No importa cuántas historias de amor hemos visto donde el príncipe rescata a la princesa, en el mundo real, no somos héroes ni princesas encantadas, somos seres humanos y no estamos aquí para rescatar a nadie, ni para ser rescatados. Citando al gran Fritz Pearl creador de la Terapia Gestalt, “Yo soy yo y tú eres tú. No estoy aquí para llenar tus expectativas ni tú estás aquí para llenar las mías.”
- Individualidad. Cada uno es un ser único, individual y esta individualidad debe permanecer como parte de la relación. Necesita existir un balance correcto para ambos entre las cosas que compartimos como parejas y lo que vivimos como individuos, este balance enriquece la relación y apoya el crecimiento.
- Comunicación. Algunas personas confunden comunicarse con hablar demasiado, no se trata de la cantidad sino de la calidad. Una buena comunicación requiere de la presencia real de ambos, de estar abiertos a escuchar, que ambos se esfuercen por manifestar sus pensamientos y sentimientos de forma respetuosa y sin echar culpas, escuchar al otro con interés y empatía genuinos. Una pareja sana es aquella que además consigue entablar una buena amistad.
- Respeto y aceptación. El respeto es uno de los ingredientes básicos en cualquier tipo de relación. Respeto y aceptación de lo que cada quien es. Aceptar las similitudes pero también las diferencias ya que estas enriquecen la relación. La persona es quien es y no va a cambiar porque nosotros lo queramos, más bien es necesario desarrollar una relación que sea de mutuo apoyo para que cada uno encuentre su realización en su propia forma.
- Divertirse juntos. Es muy importante que además del trabajo, de las labores que se comparten y las que se realizan por separado, la pareja encuentre espacios de diversión, espacios donde ambos se relajen y puedan disfrutar uno del otro.
Aura Maria Medina de Wit
Ofrece sesiones por Skype y próximamente talleres en linea.