¿Qué tienen en común las edificaciones como el Kodai-Ji, de Tokio, Japón, el Tal Mahal de Agra, India; y el Petit Trianon en Versalles, Francia?

Todas estas edificaciones fueron construidas en honor a mujeres amadas, en una etapa de enamoramiento profundo, de pasión. Por hombres que no tenían límites para demostrar (lo que en su momento consideraban) el profundo amor que sentían por ellas.

El amor, aquello que los filósofos griegos describen como el deseo instintivo del placer, el gusto reflexivo del bien, evoluciona en su concepto para indicar que es, lo que más afecta al juicio. Hasta los análisis más cercanos de la ciencia indican que el amor, es aquello necesario para satisfacer necesidades placenteras relacionadas a disminuir el dolor y es el más potente estimulador conductual.

Por el amor, podemos considerar ser uno, en seres separados. Es el amor, uno de los reforzadores más importantes para incrementar las ocurrencias de conductas elegidas; como lo mencionaba De Sanit Exupery ” lo único que crece cuando se reparte”. A través del amor se han escrito los poemas más hermosos en la literatura, novelas, cuentos y canciones.

En contraste la experiencia de perderlo, ese terrible aprendizaje denominado: desamor, se convierte en uno de los estados más dolorosos en la sabiduría de cada persona y permite entender la trascendencia de la existencia del ser humano en este mundo. 

Enamoramiento, amor y desamor se forman y desarrollan, se construyen y terminan en el cerebro.

El amor depende de la actividad de diversos grupos neuronales, de su fisiología e integración y neuroquímica altamente especializada. Nunca en el corazón. No hay mariposas en el abdomen. Enamorarse y amar tiene procesos distintos en las neuronas.

Cuando nos enamoramos activamos 29 áreas cerebrales, las cuales están relacionadas en la generación de emociones, redes neuronales asociadas a la memoria, al mismo tiempo que se inhiben las regiones cerebrales más inteligentes.

La mirada coqueta, los besos, la sonrisa furtiva, el roce de las manos, las sensaciones placenteras son consecuencia de un incremento gradual de sustancias químicas en el cerebro como la dopamina (principal motivador, inductor de efusividad, pasión y lujuria), la β-endorfina (generador de adicción), la serotonina (incitador de la obsesión), la noradrenalina (provocativo de iniciativas), la oxitocina (productor de apego), el factor de crecimiento neuronal derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés, relacionado con una mayor conectividad neuronal) y la anandamida (relacionada con procesos de analgesia y el sueño).

El enamoramiento es un estado funcional del cerebro altamente motivante que culmina en una pasión poco inteligente, irracional. Cuando nos enamoramos vemos a la otra persona con nuestras proyecciones idealizadas más íntimas, construidas en las primeras etapas de nuestra infancia.

En realidad, el ser amado funciona como una pantalla de lo que queremos,  establecemos todo lo que nos gusta y solemos no encontrar errores en su persona, en sus conductas y en sus palabras.

No se está enamorados de la misma persona en promedio más de cuatro años, este proceso neuronal se autolimita. El enamoramiento gradualmente se va modificando, las sustancias químicas van disminuyendo, y las áreas cerebrales van reconociendo gradualmente a la persona en su magnitud. Las neuronas van desensibilizándose poco a poco de aquellas cosas por las cuales elegimos a la persona amada. 

En promedio después de tres años de estar enamorados, la persona amada se ve en su magnitud real, con sus errores y se analizan sus defectos. Es en este momento, dependiendo de varios factores: biológicos (madurez cerebral), psicológicos (aprendizaje de experiencias previas), y sociales (el entorno familia y amistades), puede tomarse la decisión de continuar la relación aceptando la persona como es, la pareja se hace más indulgente, a diferencia de las bases neuronales del enamoramiento, el amor se construye en redes neuronales más inteligentes, cognitivas, de razonamiento.

Por lo que para el campo de las neurociencias, el amor es una decisión, es el reflejo de los procesos adaptados socialmente y el entendimiento de la monogamia como un concepto social que modifica recíprocamente el sustrato biológico. 

Las bases neuroquímicas del amor están basadas más en sustancias como la oxitocina, la vasopresina, con menos concentración de dopamina. Conexiones neuronales que aunque menores en número tienen una mayor eficiencia en la toma de decisiones.

Amar se convierte en un proceso inteligente. A diferencia del enamoramiento. El amor maduro, real, es duradero, es una percepción real del otro que logra encontrarse en cerebros maduros, con experiencia.

En esta etapa, para mantener el amor son importante tres factores:

1.- Es necesario admirar a la pareja a través de su inteligencia (cómo ayuda a resolver problemas además de su sentido del humor).

2.- El gusto por la pareja como, la simetría de cara y la relación entre hombros y caderas son fundamentales para seguir sintiendo atracción por la persona amada.

3.- El reconocimiento social de la pareja, es decir, si la persona amada también es admirada por otras personas, su atractivo se incrementa. 

Algunos enamoramientos van a terminar antes de tiempo o no se van a convertir en un amor cuando ya no se admire o se idealice a la persona amada, cuando los problemas sean mas grandes que la pasión, o la interpretación de lo cotidiano sean más importantes que el valor a la pareja. El cerebro tiene una crisis, desea vehementemente volver a experimentar las experiencias que más generaban efusividad, pero muchas circunstancias han cambiado.

El desamor se convierte en una experiencia en la cual los neuroquímicos cerebrales ya no generan tanta efusividad y por el contrario inducen a la tristeza y sensación de dolor. El cerebro aprende más rápido de experiencias dolorosas que de los éxitos.

Por eso, el desamor enseña de una manera distinta y definitiva que ayuda a contrastar lo que se pierde con respecto a las buenas experiencias. 

Eduardo Calixto

Eduardo Calixto

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