No estoy segura si sera motivo de placer o de temor enfrentarnos a lo que apenas hace unos días escuchamos por primera vez como “metaverso”, término al que muy seguramente nos iremos acostumbrado en los próximos años, gracias a la información presentada por su creador, el director general de Facebook, Mark Zuckerberg, quien por ahora aclara será un lugar en el que las personas podrán interactuar, trabajar y crear productos y contenido, en lo que se espera sea un nuevo ecosistema de realidad virtual en mundos paralelos.
Creo que muchos de nosotros hemos venido adaptándonos poco a poco a estos nuevos lenguajes tecnológicos que vienen aplicándose tanto a dispositivos, como plataformas, sistemas y aplicaciones, -mucho mas complicado que aprenderse las tablas de multiplicar en la primaria-, ya que sobre este tema, todos los días se aprende algo nuevo.
Para algunos de nosotros que tuvimos la oportunidad de ver la película “2001 Odisea en el espacio” (1968), solo concebíamos el poder de las computadoras como una cuestión de ciencia ficción; hoy películas como “Surrogate” (2009) de Jonathan Mostow o “Ready Player One”, de Steven Spielberg, plantean lo cerca que estamos de el metaverso. Mostrando lo próximo que esta la realidad virtual por superar a la propia realidad.
Zuckerberg nos habla de cómo con en el metaverso podremos crear avatares con nuestras características físicas, los cuales podrán instalarse a una plataforma social llamada Horizon, donde podremos interactuar con otros avatares digitales mediante el uso de anteojos de realidad virtual. Permitiéndonos una conexión mas inversiva y encarnada.
Se habla de imágenes holográficas que podrán interactuar en un espacio ya sea de manera presencial o virtual, en tiempo real. Participar en video juegos no solo como ejecutadores y espectadores, sino como parte de la experiencia misma. Operar mercado virtuales para vender también bienes virtuales, etc.
Lo que sería tema de preocupación por otro lado, sera la expectativa de que nuestro ADN tecnológico, estaría ligado a nuestra vida, nuestros hábitos, nuestra familia, nuestra privacidad, nuestras cuentas personales, nuestras inversiones y más. Cuya información o data quedaría almacenada en la red…
Será entonces cuestión de escuchar a los especialistas en el ramo educativo, científico, psicológico, sociocultural y de ciberseguridad, sus opiniones sobre cómo ello resultará. Si será algo favorable o no en el desarrollo humano y en qué medida podremos encontrar un equilibrio que nos permita continuar con el contacto, la cercanía y aprender a reconocer la diferencia entre lo real real y lo real virtual.