Se dice que todos en lo individual tenemos el poder de cambiar al mundo… y es cierto porque cuando cambias tú, tu entorno se modifica, todo a tu alrededor cambia en mayor o menor medida, y generas un impacto real. La gran pregunta es ¿Cómo cambiar? Parecería que tenemos hábitos y creencias tan arraigados que se convierte en una misión imposible romper nuestros propios paradigmas…Todo comienza con una decisión personal.
Empezaré por decirte que la imaginación es todo y que si eres capaz de imaginar, eres capaz de obtener logros, y para ello existen diferentes técnicas y teorías que nos permiten visualizar hechos y situaciones que nos brindan la oportunidad de concretarlos.
Si me has leído en ocasiones anteriores, sabes que me encanta fijar retos e invitarte a que tú los tomes para su aplicación en tu vida personal o profesional, así que aquí te tengo un par de ideas para iniciar en este camino de cambio hacia un mejor mañana y hacia una mejor relación contigo mismo. Vamos a hacer un ejercicio. Piensa por un momento en algo que te hayas propuesto lograr, como practicar un deporte o aprender un idioma, quieres hacerlo, pero aún no trabajas en ello. ¿Suena familiar? ¿Y si yo te dijera que si aplicas la llamada regla de los dos minutos, podrías alcanzar esa meta? Dedica exactamente ese tiempo diariamente a desarrollar alguna habilidad relacionada con ésta, verás que al pasar de los días encuentras grandes avances y cuando menos lo pienses, habrás adquirido un hábito o una nueva habilidad. Se trata de generar acciones con un propósito.
Programándote para la vida
Seguramente has escuchado hablar coloquialmente de que hay que decretar las cosas, ese poder de visualizarlas tiene una base científica que se basa en las técnicas de la programación neurolingüística o PNL, no es un término nuevo, pero resulta ser que es profundamente efectivo. ¿En qué consiste? Es una forma de programar nuestro cerebro y prepararlo para una situación.
Te voy a contar un ejemplo que personalmente viví y con el cual comprobé el poder de programar nuestra mente. En alguna época que comencé prácticas de patinaje artístico sobre hielo, uno de los más grandes miedos de todos era brincar y no caer correctamente, porque potencialmente podíamos sufrir un accidente. Cuando llegaba el momento, todos nos quedábamos literalmente congelados y no encontrábamos el impulso para hacerlo. Hasta que un día el entrenador nos hizo entender el poder de la programación… “Si piensas que te vas a caer, seguro que va a suceder porque estás preparando tu cerebro para ello”. ¡Gran remedio, en ese momento comenzamos a imaginarnos dando saltos y haciendo piruetas! ¿Sabes? Lo logramos… claro que tuvimos caídas de por medio, pero nos programamos para tener éxito en ello. Quédate con esta anécdota y llévala a cualquier aspecto de la vida, mucho de lo que nos sucede, bueno o malo, puede estar provocado por la forma en que le generamos la información a nuestro inconsciente.
Cuando cambias el chip, sin duda la realidad a tu alrededor cambia. Es pasar de ese momento en que te “bateas” a ti mismo, te descalificas y piensas que no puedes lograr las cosas a una situación en la que te conviertes en una persona positiva a la que cosas buenas le suceden. Si deliberadamente vamos a trabajar en este sentido, entonces también tenemos que entender cómo es que nosotros generamos esos mecanismos de programación: A través de palabras específicas, mediante apoyos visuales o auditivos, o bien mediante acciones kinestésicas.
Finalmente, cada uno de nosotros tiene medios de aprendizaje y adquisición de conocimientos más desarrollados que otros, y al entenderlo, podemos encontrar la mejor forma de programarnos.
- El poder de las palabras
Si tu comunicación normalmente es articulada y tu fortaleza radica en generar los mensajes de forma efectiva, entonces encontrarás ese detonador en las palabras mismas. Este sucede cuando prestas atención al significado de las palabras y disfrutas persuadiendo y explicando cosas a otras personas de forma muy efectiva.
Entonces palabras simples que adoptes como bandera podrán ayudarte a lograr ese cambio.
- Visualización como herramienta
Cuando eres una persona visual, conceptualmente logras ver la relación entre objetos para explicar las cosas. Ves el paisaje completo porque acostumbras a analizar las situaciones desde todos los puntos de vista posibles y encuentras como encajan todas las piezas. Puedes imaginar las cosas desde diferentes ángulos basado incluso solo en descripciones, pero cuando logras verlas a través de imágenes que reflejan el espíritu de lo que buscas, es entonces que estás frente a información que predominantemente captas a través de la vista. Para ello resulta de gran utilidad crear un board de visualización formado por imágenes y gráficos que te representan aquello que quieres lograr. Este se convierte en una herramienta básica capaz de abastecerte de imágenes que reflejen aquello que buscas y cuando tu mente se ve expuesta de forma constante a estas situaciones, no le queda más que repetirlas en tu beneficio.
- Voz, música y sonidos
Cuando eres una persona predominantemente auditiva, estos son los elementos a los que mejor atiendes, son tu mejor forma de aprender y relacionarte con el mundo. Prestas atención a la entonación y te vales de la música para pensar claramente. ¡Y hasta resulta que puedes decir cómo se sienten las personas por el sonido de su voz! Una buena técnica es encontrar aquella canción que mejor relaciones con tus metas… esa que se convierte en tu himno de batalla y que, al cantarla repetidamente, tu cerebro capta el mensaje y adquiere pleno conocimiento de la situación. Al cantar y escuchar esos mensaje positivos, estas invitando a tu cerebro a actuar en consecuencia y generas un círculo virtuoso.
- Sensaciones y tacto
Cuando los movimientos, sensaciones y el propio cuerpo se convierten en fuentes de aprendizaje, hablamos de que tu estilo de aprendizaje es kinestésico. En este tipo de aprendizaje y programación, tus experiencias sensoriales son fuertes y puedes procesar la información a través del movimiento físico y del sentido del tacto. Una acción o un objeto que puedas tocar y que relaciones con tu idea principal, se convierten en el elemento que ayuda a programar tu mente.
No quiere decir que conozcamos y aprendamos por una sola vía, todos hacemos uso de todos los sentidos, es simplemente que algunos tenemos más desarrollados ciertos canales para recibir información que otros. Tratándose de programación neurolingüística puedes crear tu propia estrategia y utilizar todos tus sentidos, mientras más elementos integres, seguramente el resultado será mucho más contundente.
Mel Robins y el Hábito
Solemos juzgar a los demás desde nuestra óptica muy personal, le deseamos suerte a todos a nuestro alrededor, y tú como persona. ¿Has volteado a ver a ese ser interno? Te voy a compartir algo interesante que recién aprendí de Mel Robins que plantea en su libro: “The High 5 Habit: Take Control of Your Life with One Simple Habit”, es algo tan sencillo que de pronto vas a cuestionarte si realmente funciona.Yo te invito a que lo hagas y te sorprendas de los resultados.
Todos los días, al levantarte sugiere que lo primero que hagas sea verte al espejo, frente a frente. Mírate a ti mismo como si fueras otra persona a la que tienes que decirle algo importante, mandarle buenas vibras o desearle suerte (tu cerebro en realidad no distingue que eres tú mismo al momento de crear este tipo de estímulos) ¿Listo? Ahora acerca tu mano a la mano que estás observado el espejo y dale un gesto de apoyo, de equipo. En México diríamos “chócalas”, en Estados Unidos es más conocido como “give me five”. Dale la mano a esa persona y ve qué es lo que sucede con el paso de los días. De entrada, vas a sentir una energía muy especial en ese instante en que tu mano toca con la del espejo, si lo repites de forma continuada, te darás cuenta de que todos los días hay alguien que está dispuesto a compartir contigo esa oleada de buenas ideas que pueden cambiar tu día porque, además, estarás generando endorfinas que te hacen feliz al asociarte con sensaciones positivas.
Son estas motivaciones las que hacen a nuestro cerebro entender al mundo. Parecería extraño, pero al percibirnos como una persona ajena y darnos esa dosis de buena vibra nos genera sentimientos, afectos y motivaciones que generalmente esperamos que provengan de una fuente externa.
¡Hagamos juntos que las cosas sucedan!
¿Todavía necesitas motivación extra? Escucha detenidamente la canción “Man in the mirror” interpretada por Michael Jackson, y asimila la profundidad de su letra, de la cual aquí te comparto dos fragmentos traducidos al español que me parece lo dicen todo:“Voy a hacer un cambio. Por una vez en mi vida… Me sentiré muy bien… Haré una diferencia…Lo haré correctamente.” “Estoy empezando con el hombre en el espejo. Le estoy pidiendo que cambie su camino. Y ningún mensaje podría ser más claro: Si quieres hacer del mundo un lugar mejor mírate a ti mismo, y entonces haz un cambio.”
Creer verdaderamente en la capacidad de uno mismo para lograr, para cambiar y para ser feliz se convierte en una mejor opción que sólo depender de mensajes externos, de ideas y mensajes que otros nos puedan comunicar que, si bien son valiosas, no necesariamente están alineadas con nuestra convicción personal.
Así que, justo ahora que estás terminando de leer este artículo, toma un espejo, observa tu imagen y dile a esa persona que te refleja, todo aquello que quieres lograr.